viernes, 25 de septiembre de 2015

Mira arriba

Mira arriba.
En serio, mira arriba.
Las mejores cosas nos llegan siempre desde ahí.
Las que escapan a nuestro control.
Las que aún son capaces de sorprendernos.
Desde el primer ser humano que contempló un amanecer hasta el último futbolista que acaba de celebrar un gol.
Desde el creyente que le ruega a Dios cada día hasta el ateo que mira simplemente si hoy lloverá.
Todos hemos mirado en algún momento arriba.
Y todos nos hemos sentido así, pequeños seres que miran arriba.
Porque por mucho que subamos, siempre habrá algo por encima de nosotros.
Ojalá ese algo sea siempre un motivo para avanzar.

Risto

martes, 22 de septiembre de 2015

Sonrie.

Estamos viviendo en una época donde nadie es conforme con lo que tiene, donde los demás para sentirse bien con ellos mismos tienen que humillar y herir a los demás. Si vas caminando por la calle y vez que alguien te mira raro y habla de ti; tu simplemente sonriele, a personas así hay que educarlas. Jamas te bajes al mismo nivel de esa persona, demuéstrale que eres mejor persona y que eres feliz con lo que tienes. Cuando te encuentres en una situación como esta solo sonríe y piensa que no eres un billete de 100 para caerle bien a medio mundo, de todas maneras las personas siempre hablaran de ti, hagas las cosas bien o las hagas mal siempre habrá una critica. En fin, se feliz con lo que tienes, que lo que no esta no hace falta.

domingo, 20 de septiembre de 2015

Lo importante no son las batallas...

Si esta batalla la pierdo, ni sera la primera ni la ultima, ni sera un fracaso ni una victoria, solo sera otro capitulo, otra esperiencia con sus cosas malas y sus cosas buena.
Siempre se aprende algo, las mentiras, el orgullo no son amigos ni de la amistad ni del amor, es bueno perdonar, pero no todo. El amor puede ser como un sueño, pero te puedes despertar o bien porque ya descansaste o porque te despierten a base de palos. No me arrepiento de ninguna de mis batallas, no he ganado muchas, pero espero algun dia no ganar 10 batallas ni 20 no me hace falta, me conformo con ganar la guerra....

sábado, 19 de septiembre de 2015

Ser mia...

Si quieres a alguien, no es que lo dejes libre, es que lo quieres ver volando cada vez más alto, cada vez más lejos, más allá. Por eso, siempre que vuelves a mí lo haces no sólo porque quieres, también porque necesitas que te vuelva a atrapar. Sabiendo los dos que esta conquista se renueva cada vez que nos volvamos a encontrar. Esto que te ofrezco es de todo menos una prisión dorada. La única jaula ahora ya son los demás. Donde perdemos aliento, donde se nos va el aire, es en la ausencia del otro. Aquí más pura la luna brilla y se respira mejor.
Mía. Miísima. Más que mía y de verdad. Mía porque por mucho que te tenga, jamás te dejas poseer del todo. Porque te revuelves, porque te rebelas, porque te vas. Siempre que estás volviendo es porque te vas. Y está bien que así sea, está bien que sea yo quien te tenga que esperar. Yo que me había creído que jamás sería celoso. Hasta que hubo algo que temí perder, algo tan valioso, algo tan de verdad. Y a estas alturas de mi partido me descubro sufriendo cada vez que ya no estás. Este Otelo ya se deja de hostias. Esta Desdémona es de almas tomar.
No me malinterpretes, no es que tema que les gustes a otros, ni que ellos te puedan gustar. Sería lo lógico que les pasara, cualquier otra cosa sería poco normal. Si es justo lo que me ocurrió a mí al verte. Cómo no les va a ocurrir a ellos, cómo les voy yo a culpar. Y a ti aún menos, si lo que me apasionó de ti desde el principio es que fueras un arma de seducción pasiva, que me volvieras loco sin prácticamente pestañear.
Tampoco es que tema que me dejes, porque eso ya lo tengo asumido. Cada día despierto con la angustia de que ése es el día en que te vas a dar cuenta realmente de con quién estás. Es una sensación con la que me estoy acostumbrando a desayunar. Y cuando llega la noche y no ha ocurrido pienso en el regalo que el destino me ha hecho, dejándome disfrutarte 24 horas más.
Y es que no sé si lo he dicho, pero mía. Toelrrato. Toeldía. Ya.
Que conste que esta pérdida de control nada tiene que ver con querer recuperarlo, nada más lejos de la realidad. El control se lo dejo a los que no entiendan nada. A los que más que disfrutar una relación, la pretendan asfixiar. La taxidermia es la ausencia de toda vida y todo vuelo, la muerte de la belleza para enterrarla en una vitrina, el fin de las cosas por las que merece la pena respirar. Ojalá todo el mundo pudiese vivir un solo día lo que hemos vivido hasta ahora. Yo, si un día acabamos, que sepas que será lo mejor para ti. Porque jamás te merecí del todo. Porque hay tanta gente mejor que yo, que jamás me creí del todo que fueras mía.
Pero hoy sí.
Hoy soy mía y eres tuyo.
Hoy hacemos uno y cada uno de nosotros se multiplica por dos.
Es lo que tiene ser mía, tan tuya y tan de nosotros.
Que para escribirte, describirte y prescribirte ya no me hace falta ni siquiera la palabra amor." H
 
Risto Mejide

Rap contra el racismo.

-EL CHOJIN:
El subidón de estar aquí todos unidos, se pierde un poco cuando piensas en el motivo.
Todos distintos con su rollo y con su estilo, pero es Hip Hop y hay que dejarlo bien clarito:
-LIRICO (Violadores del Verso):
¿Tú te has parao a hablar alguna vez contigo mismo? la vida puede ser de otro color si se hablar de racismo.
No vengo a dar un discurso de derechos humanos, ni vengo a contaros una de romanos.
Es la lucidez frente a la estupidez que existe, yo me pregunto dónde empieza y dónde acaba el chiste o el desplante al vendedor ambulante que es otro currante con familia y un futuro por delante.
- EL SANTO (Falsalarma):
Cada uno es único en su especie, no hay motivo ni razón para que se desprecie.
Es el temor a la igualdad ignorar lo diferente, pues, nos separa una absurda clase social permanente.
Máximo odio por la mínima razón, no hay color, no hay comparación tan sólo otro episodio donde el más intolerante fascismo no se cura leyendo y el racismo viajando tampoco.
- LANGUI (La Excepcion):
Por muchas canciones que hagamos, por mucho que nos manifestemos, por muchas víctimas que sufran o caigan a lo largo del terreno, no nos concienciamos y así nos va.
Y en artículo número uno escrito está, nacemos libres e iguales en derecho y dignidad.
A ver: ¿por que es tan difícil llevarlo a cabo fuera del papel?
- Kase O (Violadores del Verso):
Alto – bajo, feo – guapo, negro – blanco ,¡qué más da!.
Dentro de cien años todos calvos bajo tierra, ¿va?
¿No has probado nunca conocer a un extranjero?, fíjate en los niños, ellos saben de qué va este juego.
Y es que la raza humana es un crisol, y el que no pueda ver belleza en esto no merece ver el Sol.
Paso el relevo al compañero para este mundo nuevo, el del triunfo del amor contra el miedo.
- NACH:
Cuando la bestia racista siente rabia y muerde, cuando la fobia se contagia y hierve acusándote de no ser igual…
Cuando en un mundo global buscar comida en otra tierra te convierte en ilegal…
Cuando la ley de extranjería te atrapa sin motivo y la hipocresía tapa sus ojos y sus oídos…racismo y marginación…
Cuando sólo ven la piel y se olvidan de mirar al corazón.
- LOCUS (Duo Kie):
Nadie te pide que salves el mundo de su dolor, todos perdimos la fe en un futuro mejor.
Esta vida es tan cruel y tan canalla que lo entiendo: a veces ser honrado es como mear contra el viento.
Pero, no mires el color de mi piel si realmente lo que quieres es saber el color de mis billetes.
Terremotos, huracanes, guerras, hambre: el racismo está en los bolsillos del hombre.
- OSE:
Respira del todo esta brisa, ponte en la piel del otro a ver cuánto dura tu sonrisa.
Muestra respeto al desigual por sexo, ideología o cultura, para que afecto y sensibilidad rodeen la estructura.
Por que con intolerancia muestras déficit en cerebro y corazón.
Hoy comparto mi voz y mi amor contra la “sin –razón” y el dolor y la falta de inteligencia y comunicación.
- NERVIOZZO (Duo Kie):
Tú no eres racista tío, eres imbécil, por culpa de unos padres ignorantes, eres dócil.
Hace ya muchos años que no existen los países, la frontera está en la piel de cada uno: todos nuestros nietos serán grises.
¿Cómo quieres que te recuerden?, ¿como aquel que decía que odiaba a negros pero se escondía por si muerden?
Cobarde sin actitud, si algún día te enfrentas a tus demonios verás que son blancos, como tú.
- SHO-HAI (Violadores del Verso):
Por qué coño le miras con esa cara? si luego tú eres el primero en comprarle Dvd´s piratas.
Abogo por la amistad de las razas, difícil en este puto mundo intolerante de ratas.
Ningún ser humano puede ser ilegal, lo ilegal es que un ser humano no tenga dignidad.
Mi apoyo al negro, al chino, al árabe incluso al marciano.
Por mi parte bienvenido a mi tierra, hermano.
- ZATU (SfdK):
Superando la treintena de edad, me escribí la de los niños, esta va por el papá que lanza insultos un domingo en el bar cuando el negro al que idolatra no consigue marcar.
El partido está perdido al entrar, el efecto secundario es que tu hijo sea un problema social.
El futuro es que tu hija exija dinero pal cine y se vaya con el hijo del que te vendía Clinex.
- GITANO ANTON (La Excepcion)
Realidad difusa haciendo menesteres, ¿viste quién soy yo? , dime tú quien eres.
Cobrando en papeles, denegando los placeres de hombres y mujeres héroes de tal desafío.
De luchar por su amor propio para que sus hijos no crezcan vacíos.
Nueva generación con principios, dando una buena educación, sin prejuicios.
- TITO (Falsalarma):
Cuando el dolor cubre el pecho, un corazón aguanta lo que le echen pero dependiendo de los hechos, lucho por algo mejor, por derecho, si las palabras se las lleva le viento, éstas no.
En tu océano, sí hay una razón y una causa que arrastra lágrimas hace siglos.
Sólo me fijo en la persona, auto júzgate antes de juzgar a cualquier otra.
- XHELAZZ:
No, no es tono de la piel lo que interesa, es el tono con el que te expresas.
Racistas se quejan, el extranjero les quita horas en la empresa: más horas les quita la consola y es japonesa.
Pon atención: luchar por la libertad es algo más que odiar al opresor.
Pido comprensión, pues el pan se parte con las manos pero se reparte con el corazón.
- EL CHOJIN:
Por un lado me apena que sea necesario esto, por otro me alegra oír a mis compañeros.
No se me ocurre un mensaje más tonto, ni más lógico, ni más obvio, ni más serio.
El problema viene cuando no ven el problema y el problema se queda cuando lo niegan.
Supongo que no hacía falta ni decirlo, les queda claro, ¿no?: el RAP ESTÁ CONTRA EL RACISMO.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Hoy....

Hoy te quiero, no sé mañana, pero hoy daría mucho por ti. Te daría mi mano para que sintieras los latidos de mi ser en tus dedos. Siento un amor y una ilusión que ilumina mi alma y hace descansar mi corazón a ratitos…
No puedo llegar a comprender el porqué, pero es lo que siento de adentro hacia fuera, por eso escribo y así me sale directo hacia ti.
Si ahora mismo pudiese ir a tu lado, lo haría sin pensarlo ¡bueno, no es cierto! Si lo haría pensando, y meditando el camino más corto, para así antes poder besar tus labios y estar a tu lado.
Del mismo modo, iría dejando los pétalos de las flores de mi jardín en el camino, para dejar mi rastro y darte la posibilidad, de si lo deseas, algún día poder seguir mi camino y venir a mí como hoy yo lo hago contigo… Aunque sea con solo palabras, se que me sentirás en tu alma.
Veo tu sonrisa y veo mi alegría; veo tu cuerpo y veo pasión; veo tu piel y veo mis dedos; veo tus ojos y veo el mar como un día de marea fresca y soleada.
Te veo y te deseo y cuando te imagino, te quiero de nuevo y te vuelvo a desear.
Seguro que me encartaría aprender a amarte algún día.
¡Ahhh y, tal vez, también tomar este trago entre reflexiones y sonrisas!
 
 Albert Espinola

miércoles, 16 de septiembre de 2015

El pensamiento negativo.

Creer firmemente en que nada dura...te ayuda a hacer que las cosas acaben durando
Abandonar un sueño es como morirse por fascículos. Con la diferencia de que ésta colección no la acabas tú, sino que probablemente sea ella la que acabe contigo.
Lo peor no es que nos mientan. Lo peor es que ya estemos acostumbrados. Estamos tan mentidos que incluso la verdad nos parece mentira. Somos carne de opinión. Y hay demasiada gente que prefiere que le piensen las cosas, que se las den mentidas, para no tenérselas que plantear.
No escuchamos, ya nadie escucha. nadie repara lo que dice el otro. Estamos todos sumidos en un inmenso, solitario y ensordecedor silencio, y lo mismo da que nos digan, que nos expliquen, nos cuenten, nos avisen, nos chillen o nos susurren. Monólogos secuenciados que solo guardan breves silencios para esperar impacientemente que el otro acabe.
Espabilamos gracias a morder el polvo, comernos los ''yo nunca'', aguantar unos cuantos ''ya te lo dije''. Caerse una y otra vez, para lo cual es indispensable haberse levantado en otras tantas ocasiones.
Crecer es aprender a despedirse. El día que te das cuenta de que crecer va a significar despedirse de personas, situaciones, emociones, memorias, ilusiones e incluso amigos que se supone iban a estar para toda la vida. El día que ves que crecer significa conocer cada día más gente que ya murió.El día que te das cuenta que te despides mejor que hace un año. Que ya no te sorprende que la gente desaparezca de tu vida. Ese día estás aprendiendo a decir adiós, ese día estás creciendo.
De un simple y puro ''te quiero'' pasas al ''te quiero mucho'', ''te quiero como no he querido antes'',''como nunca querré a nadie'', etc.Y es que ese primer ''te quiero'' se te gastó de tanto usarlo con tanta gente que al final se fue, llevándose cada uno su pedacito de verdad.

Risto Mejide

martes, 15 de septiembre de 2015

Se esconde.

Es la historia silenciosa que a gritos fue castigada,
hoy miro entre mis manos y ¿qué encuentro? Nada.
Todos tenemos una historia,
que debe ser contada y guardamos un secreto del
que nadie sabe nada,
hablamos con la almohada pero no responde,
la verdad está ahí fuera, ¡si!
pero se esconde.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Cuando alguien te recuerda que existe la magia y que tú podrías encontrarla.

Cuando llegaste ya me habían hablado de ti. Es lo que tiene viajar con luz propia desde edades tempranas, acabas alumbrando incluso a los “sinvida”.
Por eso ya sabía que viajabas sin maleta, que hacía mucho que te habías deshecho de los superfluo y llevabas tan solo una mochila con lo fundamental, sin quedarte con más de lo que pudieras cargar para el camino. Tenía claro que tenías una casa en que vivir, si definimos casa como edificio con paredes. Pero también sabía que las llaves de tu hogar las habías tirado cuando quedó vacío y que no tenías ninguna intención de volver a buscarlas porque tú sabías que los lugares son las personas que los habitan y allí ya no quedaba nadie a quien volver.
Las malas lenguas decían que el dolor te había arrancado del alma cualquier voluntad de compromiso, que eras un ganador con instintos suicidas con un “va todo al rojo” tatuado en la espalda. Pero yo te observaba fascinada, porque a mí me enseñaste las cartas desde la primera partida, a mí, de hecho, me enseñaste. De los demás aprendí.
Y conste que no acababa de entender cómo hacías para que las estaciones no pasaran por ti, para disfrutar de un eterno verano en la calle, tú que tenías alquilada una habitación en la que campaba a sus anchas el invierno. Me fascinaba cómo habías aprovechado tu pasado para conjugar con tal maestría el presente y me sorprendía tu falta de interés por el futuro.
La primera vez que sospechaste que me acercaba me advertiste que en tus amaneceres cabías tan solo tú y que nunca planeabas una noche pensando en un desayuno para dos. No captaste en mi sonrisa que esa historia ya me la habían contado, tampoco imaginaste que en mi mochila, como en la tuya, sólo había una pieza con valor que, por aquél entonces, apenas se elevaba un metro sobre el suelo.
Y mira que me lo habían advertido, pero enseguida supiste de mi carácter temerario. No me hacían falta para nada las opiniones ajenas, me bastaban mis ojos para saber que volabas muy alto, demasiado para ellos. A mí tampoco me interesaba llevar un copiloto, ni un lastre emocional que me hiciera reproches o intentara cambiarme.
Dejé de defender tu postura ante los otros, pero me convertí en el principal delantero de tu equipo. Seguían las advertencias de que tu tripulación eran sólo tus caprichos, de tus rarezas, de lo poco ortodoxo de tus métodos, de lo poco seguro de viajar a tu lado. Pero te diste cuenta de que yo detesto las salidas de emergencia, porque no son salidas y siempre desembocan en un callejón sucio, nunca en la playa.
Que yo entonces estaba recién licenciada en la facultad de “ni puto caso” y también sabía jugar y hasta arriesgarme a apostarlo todo al número de la noche en que me propusiste intentarlo. Por eso ya nació más grande que un intento.
¡Y cómo lo intentamos! ¡Hasta lo conseguimos!
Vinieron muchas de esas historias que cuentan las canciones y empezamos a robarle tardes a la primavera. Acabamos juntos con los “nunca” sin pararnos a pensar que los “para siempre” apenas pueden hilvanarse, porque aún no hemos descubierto la vacuna contra el azar.
Y fue… Y construimos mucho más de lo que habíamos imaginado, y nos reímos mil veces de la tarde en que nos advertimos de que era improbable, de que nosotros no.
Y hoy he vuelto a nuestro espacio sin motivo, tan solo fueron mis pasos que me llevaron allí. Un lugar que nunca compartiré con nadie porque sigue siendo nuestro aunque no estás.
Y es que ahora, a veces, me parezco peligrosamente a ti cuando te conocí. Y hago un doble mortal hacia atrás sin pensar que hoy tampoco tocaré fondo. Y, a veces, derrapo en esa curva que se me dibuja en la cara cuando te recuerdo. Porque, a veces, juego contigo al escondite y subo esquinas y doblo escaleras intentando cruzar una vez más al otro lado del espejo.
Muy pocas veces me paro a reconocer que te escondes detrás de cada una de mis letras. Que contigo fue el paraíso.
Que la vida no me avisó de que estabas de paso.

Risto.

Sal con un valiente.

El mensaje es claro: sal con un valiente. Esto no quiere decir que intentes, de ser posible, salir con un valiente, no. Quiere decir que salgas con un valiente. Con un valiente o nada.
Nadie debería enamorarse de alguien que, tras el tiempo suficiente, no sea capaz de decirte: “mi apuesta eres tú”. Todo el mundo merece escuchar, al menos, un “¿sabes qué?, me la juego contigo”.
Al igual que tú, he visto a personas reaprender un deporte tras perder algunas partes de su cuerpo; he visto a gente trabajar meses o incluso años sin cobrar y a otros trabajar en un restaurante de comida rápida para terminar y ponerse a escribir, pintar o bailar porque eso no les da aún de comer; y he visto a un hombre que no puede vocalizar ni coger un lápiz revolucionar la ciencia… Y aún así, siempre hay alguien que dice: “no, es que no es mi momento”, “es que estoy centrado en mi trabajo”, “es que salgo de una relación” y demás excusas para llevarse el polvo, pero dejar el mueble. Si hay amor se encuentra la manera.
Vivimos en una época donde no hay dragones que matar ni tierras que conquistar, y donde el acceso a recursos y las oportunidades son tan abundantes que saber lo que se quiere e ir tras ello constituyen el único espacio para el heroísmo. Hoy, el (principal) problema no es que no se pueda, sino que no se quiera lo suficiente. La mayoría de cosas que no hacemos no es por dificultad, es por falta de amor.
Creo que la valentía es el valor más grande que puede tener un ser humano. Un valiente arriesga, elige, toma partido, se hace responsable y crea su destino. Es el capitán de los optimistas, pues no solo ve lo bueno sino que lo persigue sin negociar. Una persona así solo puede hacer tu vida más rica.
Como le gusta decir a Álex Rovira, “el coraje, más que la ausencia de miedo es la consciencia de que hay algo por lo que merece la pena que arriesguemos. El coraje es la fuerza del amor al servicio de la consciencia”. Y es que coraje y amor son atributos que se ven en el espejo: el que ama, arriesga y el que arriesga, ama.
“Detrás de alguien que arriesga, hay alguien que ama.”
Cuando no sepas dónde están esos valientes, fíjate en los que dicen sí diciendo no, pues detrás de alguien que renuncia hay una persona que elige, detrás de alguien que elige hay una persona que arriesga y detrás de alguien que arriesga hay una persona enamorada. Donde hay un valiente, hay un amante.
Lo que diferencia a alguien valiente de un “cobarde” es que no se queda parado ante la bifurcación pensando en lo que pierde o en lo que renuncia, sino que ve en ti una victoria y ganancia suficiente como para no tener que mirar atrás. No se echa a un lado pensando que siempre puede venir algo mejor, porque acepta que el mundo es imperfecto, que tú lo eres… que los dos lo sois. Sabe que lo importante no es ni la realidad, ni lo que hay, sino lo que podéis llegar a crear, y para eso no hace falta ser perfectos, hace falta ponerse manos a la obra.
Una persona valiente no está pensando en las chicas o en los chicos que deja escapar, está pensando en ti. Eres su apuesta y su elección, y cualquier otro lugar le parece segunda división.
Nunca verás a un valiente haciendo una lista de pros y contras, porque para ellos el amor no es un mercado ni tú un producto más. Las decisiones racionales las deja para los yogures o las hipotecas, nunca para sus sueños. Nadie se hizo rico apostando en pequeñas cantidades.
“Los valientes se la juegan porque “esa aventura no se la pierden”.
Si lo piensas bien, muchos de los dolores de cabeza amorosos que has tenido podrían haberse evitado saliendo con un valiente. Así que, la próxima vez que vayas al mercado de parejas de viaje, solo tienes que abrir los ojos y mirar de una forma que quizás no hayas hecho antes: en lugar de buscar por la categoría belleza, profesión, estudios, o dinero, busca por la categoría sé quién soy/sé que quiero. Desconfía de lo pulcro, los cánones y lo resplandeciente, y fíate de la sangre y lo sucio, pues los valientes están llenos de arañazos y cicatrices, aunque a veces no se vean. Los valientes se baten el cobre, son los que bajan a la arena y se la juegan porque esa aventura “no se la pierden”. Es muy difícil encontrar a un valiente con el traje impecable.
Un valiente no entiende la estúpida forma que tiene la cultura de valorar el éxito o el fracaso y la pérdida o la ganancia, pues cree que a nadie que lo ha dado todo se le puede exigir nada y que lo único que verdaderamente se puede perder en la vida no es una pareja, un partido, un sueldo, etc., ellos saben que lo único que verdaderamente se pierde en la vida son oportunidades.
Pablo Arribas

domingo, 13 de septiembre de 2015

A veces.

A veces no salen las cosas como una quiere, pero cometer un error enorme o fracasar, es mejor que no haberlo intentado nunca.


sábado, 12 de septiembre de 2015

El amor muchas veces empieza en acojone.

Los grandes regalos no suelen tener hueco en nuestra casa. Tenerlo supondría haber estado viviendo con un gran vacío mientras llega. Es por esto que muchas veces rompen y obligan a reorganizarlo todo. Y es por eso que mucha gente los desecha, porque aceptarlo supondría un fuerte cambio de planes.
Las personas más especiales no van a aparecer en tu vida en una mañana soleada en la que todo está perfecto, quizás lo hagan en mitad de una noche de lluvia. Nunca es el momento perfecto para la tormenta perfecta. Nada es más difícil de encajar que dos vidas.
La salsa de la vida no son los sueños, ni las metas. Ni siquiera sus logros. La salsa de la vida son las sorpresas. Aunque parezca mentira, hay quien tiene sobre la mesa un regalo envuelto y no lo abre. “¿Para qué?… si no necesito nada”, “tendré que devolverlo…”, “no lo merezco”, etc. Pero los regalos no se merecen, se dan, se reciben y se abren… pero no se merecen.
Muchas veces, de hecho, los regalos son injustos y caen en manos de quien solo merece carbón, pero precisamente por eso son regalos, porque son una nueva oportunidad para darle a nuestra vida un rumbo diferente.
¿Por qué controlarlo todo? ¿Por qué vivir anticipando? Es cierto que saber lo que se quiere y dónde se va son pilares indispensables para adueñarse de uno mismo y caminar sin dar rodeos. Sin embargo, en todo intento de control y dirección de nuestra existencia debe haber un espacio para acabar a la deriva. Un espacio para la magia, el misterio y las sorpresas. Como los pájaros: momentos de aleteo voluntario seguidos de momentos en que cerrar los ojos, abrir las alas y planear.
La verdadera riqueza no está solo en rodearte de aquello que encaja a la perfección con tus gustos, tus hábitos o tus preferencias. Todo aquel que se aferra a un catálogo pierde más de lo que gana, pues en un mundo tan rico nunca una lista incluirá más cosas que las que deja fuera. La verdadera riqueza está en saber cuándo tomar el control y cuándo soltar el volante, apagar el GPS, dejarse llevar y llenar tu vida con unas pizcas de alboroto. Enriquecerse no consiste en poner el mundo a nuestro servicio para que encaje, sino en estar dispuestos nosotros también a ponernos al servicio del mundo, ser unas veces pie y otras zapato.
“El amor muchas veces empieza en acojone, es su forma de decir “aquí has de buscar””.
Presumimos con demasiada facilidad de que nos gustan las aventuras. Pensamos que una aventura es subirse a un avión, saltar por un paracaídas y compartir la foto, pero a pesar de ser una experiencia excitante, le falta el toque más importante de una aventura: la incertidumbre. A fin de cuentas, cuando saltas, sabes que lo más probable es que vuelvas a tocar la tierra de la que partiste. Ahí acaba todo. Sin embargo, en las auténticas aventuras el final está abierto. La valentía está en atreverse a no volver, aunque al final acabes tomando el camino de regreso, porque no importa que vuelvas tanto como que fueras con la intención de entregarte al momento y sin retrovisor. Las mejores historias no compran billete de ida y vuelta. Vuelvas o no.
Asusta mucho dejar de hacer lo que siempre has hecho y reconocer que hay una chica o un chico que te encanta para quien no estabas preparado. El amor muchas veces empieza en acojone, es su forma de decir “aquí has de buscar”. Pero en un mundo de perfeccionismo y exigencias nada apetece más que quedarse en casa debajo de la sábana. Es la zona más segura y da miedo abandonar tu estado habitual. Por eso el amor hace a veces temblar, porque amar es crecer y porque crecer requiere abrirse a la zona de inconfort.
Poder decirle a alguien “nunca conocí a nadie como tú” es objetivo y peaje. Objetivo porque nadie debería estar con alguien que, en cierto modo, no de la vuelta a su mundo y le cambie su forma de mirar, y peaje porque todo nuevo mapa asusta.
“Uno no ve un diamante y sigue caminando”.
Ve o no vayas, pero si te quedas que sea porque donde estás lo amas, no porque donde pudiste ir lo temes. No existe una buena vida y una mala, o, mejor dicho, no hay una sola fórmula para vivir felizmente. No se trata de vivir soltero, en pareja o alternando, sino de elegir lo que queremos con la total libertad que solo otorga haberse atrevido a probar con plena atención, no con un pie en la orilla y otro en el agua, sino con los dos a la vez y de un salto. Prueba, conoce, pero a corazón abierto, (recuerda, como los valientes: de un salto y sin retrovisor), y una vez lo hayas hecho, elige, pero que no decida tu vida ni el miedo a lo nuevo ni el amor a lo seguro, pues si de algo son enemigos el miedo y la seguridad es del crecimiento.
Nadie realmente genial va a aparecer en el momento que tú esperas. Ella no lo va a hacer. Él no lo va a hacer. Aparecerá cuando estés despeinado, cuando simplemente buscabas paz, cuando “solo ibas a sacar al perro” o cuando “una copa y nos vamos”. ¿Qué vas a decirle entonces? “¿No, perdona, es que el martes me toca leer el nuevo artículo de El universo de lo sencillo?”. Uno no ve un diamante y sigue caminando. Ojalá llegue un martes en que no estés por aquí porque alguien ha roto tus planes. Ojalá te eche de menos porque estés improvisando.
Déjate sorprender, atrévete a probar y decide después.


Desmontando a Harry.

viernes, 11 de septiembre de 2015

A que esperas.

A qué esperas. Sí, tú, no leas hacia otra parte. Mírame a las letras, que te estoy escribiendo a ti. Hoy me apetece cogerte por las solapas y sacudirte hasta despeinarte las cejas. Que a qué esperas, digo. Que igual no te has dado cuenta, pero desde que naces se te va la vida. Que igual no te has parado a pensar, que ya estamos en tiempo de descuento. Que el día menos pensado, alguien o algo nos dice que ya está. Que un día te vas, coño, que ese día podría ser ya.
A qué esperas. Tu miedo te está ganando la partida. Cada segundo que dejas pasar sin hacerle frente, es un minipunto que sube a su marcador. Y la remontada se hace cada vez más difícil. Y aquí no hay prórrogas, ni tanda de penaltis, ni ná de ná. Recién acaba de empezar el partido y tú ya te estás metiendo goles en propia puerta. Y aún así me dirás que pretendes empatar.
Que a qué esperas, te digo. Y aún te vas a creer que esto no va contigo. Nadie va a venir a buscarte. Nadie vendrá a sacarte de este letargo existencial al que llamas espera. Esperar para qué. Esperar hasta cuándo. O hasta quién. Nadie está pendiente de quien no tiene nada que hacer ni mucho menos de quien no demuestra que quiere hacerlo. La espera sólo va a hacerte más viejo, más agotado, menos ágil y más lejos de lo que realmente quieres, que te recuerdo que se mueve, que avanza, se va.
No me digas que vendrán tiempos mejores. El mejor momento para hacer las cosas es ahora. No porque ahora sea mucho mejor que antes o después. Es porque es el único momento que realmente tienes. Lo demás es mentira. Lo demás vete tú a saber si volverá. Que no, que no te estoy diciendo que aproveches el tiempo, sino que dejes ya de esperar. Ni carpe diem ni leches. Que espabiles. Que venga, va.
Esperar es decirle a tu vida que en realidad te van a sobrar días. Que ya se los podrían haber dado a otro. Porque tú no los piensas usar. Menudo desperdicio. Menuda decepción. Anda, aparta y deja sitio para los que vienen detrás. Porque jamás has estado solo, porque tú y tu generación tenéis sólo una ventana de oportunidad. Y por cierto, una edad. Estamos todos en una carrera de fondo a ritmo de sprint final: si no consigues que te persigan, te adelantarán.
Que pase un tiempo prudencial, pensarás. Malas noticias, la prudencia ha muerto. La inmediatez es el nuevo estado de las cosas. La experiencia ya no es un grado, sino una cuenta atrás. Que la vida ocurre en directo, darling. Lo que llega tarde ya nadie lo escucha, ya ha pasado, ya no está. Y lo que no esté ocurriendo ahora es falso hasta que no se demuestre lo contrario. Y cuando se demuestre, será en otro ahora, será en otro ya.

Con los años, además, te das cuenta de que la espontaneidad es lo único creíble, lo único real. Fíate sólo de lo que ocurra de forma espontánea y natural. De la gente que siempre dice lo que piensa, que suele ser la que no se para demasiado a pensar cómo te lo dirá. Hazlo o vivirás siempre colgado de un artificio. Hazlo o jamás volverás a escuchar ninguna verdad.
Lo preparado es siempre fruto de alguna estrategia. O lo que es lo mismo, una conspiración. Y yo ya estoy cada vez más harto de conspirar. Creo en la gente que va de frente por la vida, la que no necesita estratagemas para triunfar. Si me quieres así, me adorarás. Y si no, eso es que nunca me has querido, ni me querrás.
Por eso, te agarro hoy por las ganas y te digo que a qué esperas. Por eso te ruego que esto no lo leas como una amenaza. Que lo leas como un subidón vital. El que me da cada vez que me digo tira millas. El que siento cada vez que veo la suerte echada, que es lo mismo que ponerla a descansar. Porque ya no dependes de ella, porque ya no la esperas, porque ya te vas.
A qué esperas. Dímelo porque cada vez estoy más convencido de estas dos frases que he dejado para el final.
Morir es dejar la vida en espera.
Vivir es decidir que la vas a buscar.

jueves, 10 de septiembre de 2015

El miedo.

Nos pasamos la vida intentando luchar contra nuestros miedos, y nos emocionamos al ver cómo algunos le ganan alguna que otra batalla. Otras veces nos acerccamos a él de puntillas, esperando que siga dormido, que no se despierte. Por desgracia, la vida nos demuestra que nuestros miedos casi siempre están fundados, y que siempre que vencemos uno, aparece otro en su lugar. Pero no nos engañemos, si vivimos con miedo es porque nos es útil, porque nos avisa del peligro, aunque por desgracia, el precio a pagar, en ocasiones, sea demasiado alto.  

Fragiles.

 

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Me lo han dicho mis tripas.

Sorpresa, acción y efecto de sorprender.
Sorprender, coger a alguien desprevenido
Sorprender, conmover, suspender o maravillar con algo imprevisto, raro o incomprensible…
Po yo me cago en lo incomprensible, me cago en el señor que escribió esta definición y me cago en las sorpresas….
Alguien me dijo una vez, ten cuidado con las sorpresas, porque la mayoría de ellas esconden la verdad.
La sorpresa y la verdad tienen algo en común, no estamos preparados para ninguna de las dos, ¿pero eso siempre tiene que ser malo?
Hay sorpresas que son como bombas y su honda expansiva alcanza lugares que no esperábamos…
Sin embargo algunas veces no hay nada mejor ni más emocionante que la incertidumbre ante lo que nos espera, además ¿acaso saber algo de antemano puede ahorrarnos algún dolor?
Lo mejor es estar preparado, si la vida te sorprende, atrévete a sorprenderla tú a ella.
Puede que por eso esté contento, porque intuyo que una sorpresa va a llegar y no se porque, creo que va a ser una sorpresa agradable… una de esas sorpresas que hace que todo cobre un sentido nuevo, que hacen que aprendas a diferenciar lo que de verdad merece la pena de todo aquello prescindible, ¿Qué como se todo esto? Me lo han dicho mis tripas.

Recien Pintado

Una relación jamás se rompe. Como mucho, uno de los dos, cualquier día, constata el roto. Pero la relación ya venía rota para entonces.
Pudo romperse en un gesto, en una decisión o en una epidemia de decepción que te dejó al amor en cuarentena, en algo en un principio imperceptible e inocuo pero que a la larga acabó dejando sin aire a quien creía tener aliento para sobrevivirse a los dos. O también pudo romperse durante un proceso, lo que dura el descubrimiento de lo que creías ya conocer, y sin embargo te das cuenta de que no. Un día descubres que el claroscuro no es sólo una técnica sino una manera de entender el alma, y ese día ya te es imposible estar enamorado sin dejar de buscar la razón para dejar de estarlo.
Lo que sí te deja cualquier relación son más colores en tu paleta de sentimientos, son muchas más capas en ese cuadro emocional al que llamamos vida. Un cuadro que, como en aquel de Van Gogh en el que fue descubierta una escena de lucha bajo un bodegón, se ha ido pintando encima una y otra vez, enterrando al que un día lo llenó todo y que ahora aún está ahí, aunque ya no se pueda ni se deba estudiar. Porque lo seco que hay debajo igual no te gusta. Porque lo fresco que hay encima igual no te acaba de encajar.
Quien lo pinta no es consciente de lo que tapa. O quizás sí. Al caso, es lo mismo. De manera consciente o inconsciente, ese alguien tarde o temprano descubre que el color ya no aplica directamente sobre el lienzo blanco e inmaculado, con lo que ya la pintura no agarrará igual, pues ya nunca más volverá a ser un color sin impurezas, con lo que necesitará aplicar más cantidad para conseguir el mismo efecto, o como mucho, similar.
También verá que, sin salirse del marco, debe saberte ocupar. Eso sí que acaba siendo todo un arte. Inundarte sin que te llegue a ahogar. Esparcirse sin llegarse a dispersar. Dejarlo todo amado y bien amado.
Y uno va acumulando gamas. Y desarrollando matices. Y acumulando bocetos. Y trazos por esbozar. Sea cual sea tu estado, siempre habrá un momento en cualquier relación en el que te preguntes y qué pinto yo aquí. Y ahí es donde te empiezas a barnizar.
Un día echas de menos los tonos cálidos. Ver una peli refugiado en otra piel, alimentarte sólo de palomitas y sexo y dejar que llueva sobre el resto del mundo mientras ruge el fuego en esa chimenea que jamás tendrás.
Otro día te descubres anhelando colores fríos. Borrarlo todo, comprar nuevo lienzo, tener una nueva película que poder estrenar. Empezar de Cero, como canta Dani Martín, que más que un tema ha compuesto un himno generacional.
Y en cualquiera de los dos casos, lo que sí vas descubriendo lámina a lámina son nuevas gamas de grises. La única que jamás deja de crecer. La duda como único credo creíble. La única religión basada en la curiosidad.
Y antes de acabar el cuadro, volver a estampar tu firma y exponerte, ya sea en un museo, o en una galería comercial, no hay que olvidarse nunca del título, dejar patente ante cualquier marchante las palabras que mejor describan esta obra de arte con brocha gruesa que configura tu historial sentimental. Puedes titularlo con algo que suene a canción de Miguel Gallardo, novela de Moccia y peli de Mario Casas.
O puedes optar por un título más realista, cotidiano y vulgar.
Recién pintado. H
Risto Mejide